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Sobre la “nueva crisis de los museos”: escribe Gerardo Zavarce

Publicado hoy en su blog gatobyliebre.blogspot.com, Zavarce comenta crítica, y, más importante todavía, proactivamente la situación de los museos. Coincido con su opinión que no es útil asumir posiciones polarizadas sino buscar estrategias para mejorar y desarrollar desde la crítica constructiva, sobre todo reconociendo los miembros de los equipos que trabajan en los museos que son, en varios casos, los mismos del “antes” que algunos añoran. El asunto no está en tratar de justificar y reivindicar un antes, pero enfrentarse con un “ahora” en el cual ni siquiera hemos recibido una información concreta acerca de los planes que vienen para los museos, sino comentarios enunciados desde el poder en el cual se rechaza a opiniones divergentes de “escuacas” (como llama el ministro Sesto a los que opinan diferente) a quienes exhorta a ajustarse “las alpargatas que lo que viene es joropo” (“Los escuacas andan alborotados con lo de los museos. Pues que se ajusten las alpargatas que lo que viene es joropo” @confarruco, 18 mayo 2010, Twitter). También, este tema está relacionado a este texto, circulado en la web el día de ayer, que hace un llamado ‘Contra el despojo: por el de nuestros museos’.

Reproduzco aquí el texto de Zavarce (sin las fotografías insertadas en su post original, aquí).

Sobre el tema de los Museos Nacionales, específicamente los de artes visuales, existen actualmente muchísimas interrogantes. Desde hace algunos años se viene hablando sobre el “nuevo perfil” de los museos de artes visuales. Éste nunca llega. Es decir, nuestros museos carecen de un proyecto innovador que haga justicia a la idea tan anunciada de la construcción de un “nuevo perfil”, al menos de forma explícita.

En general, las circunstancias actuales de los museos expresan una sensación de inmovilidad y no han logrado representar, a través de las exposiciones y actividades que organizan, la vibrante movilidad de nuestras complejas realidades. Claro está, no todo ha sido quietud extrema y extenuante, éstos han mostrado algunos esfuerzos y perspectivas en los últimos años que resultan interesantes, por ejemplo “La exhibición Cartas del Barrio”(MUJABO) y Juyá Pulowi (MACC); Módulo Cerro Grande (MAVAO); así como Papeles de Escultor (MACC) y Geometrías Sensibles (MBA). El departamento de educación del MBA, igualmente, realiza una labor que considero significativa. No obstante, estos esfuerzos, susceptibles -por supuesto- a la mirada crítica, han sido la excepción y no la regla.

Público y corresponsabilidad
Vale destacar que existe igualmente corresponsabilidad por parte del público vinculado al campo de las artes visuales, al propiciar un alejamiento de los espacios de las salas de exhibiciones de los Museos Nacionales y, simultáneamente, convertir la expresión “no ir a los museos” como un referente de valor (sobre este tema he escrito en otros espacios). Claro está, muchas veces visitar los museos se convierte en un apostolado, un verdadero acto de fe, ya que las condiciones esenciales de mantenimiento y limpieza, sólo por mencionar algunos aspectos, dejan respirar un profundo desaliento, deterioro y desgano; sumado a que la mayoría de las exposiciones, salvo algunos casos excepcionales, son exhibiciones que no asumen criterios curatoriales novedosos, transformadores, críticos, experimentales, o simplemente atractivos para el interés del público. Las propuestas no han logrado seducir las miradas, sus espacios se encuentran atrapados por la inercia; la llama del deseo no se aviva entre el público y las salas, por el contrario se extingue lentamente. Las salas de exhibición de los Museos Nacionales se han erigido en espacios absolutamente conservadores, frígidos e impotentes, como si estuvieran regidos por una procesión de fantasmas.

El asunto, repito, indudablemente es complejo. El diagnóstico seguramente arroja la convergencia de una multiplicidad de causas. Asimismo, el público no ha logrado consolidar una respuesta asertiva, pragmática y ciudadana a esta situación. El debate ha sido secuestrado por las premisas paquidérmicas y paralizantes de una realidad política polarizada. En este sentido, quizás, consolidar una “Asociación de Usuarios de los Museos de Artes Visuales” podría representar una iniciativa interesante, hay que romper las cortinas del sentido común y establecer criterios y mecanismos que permitan modos de participación que estimulen la confluencia de todos los actores involucrados en la dinámica de los museos. Hace algunos años la curadora colombiana Carolina Ponce de León apuntó en un artículo titulado El arte de ser público: “para que el arte sea lo que potencialmente es, el público, también, tiene que asumir sus responsabilidades”. Hoy me parece significativo reflexionar sobre esta propuesta en el marco de las realidades de nuestros museos de artes visuales.

Museos y proyectos críticos.

Ahora bien, tal como señaló recientemente el investigador y curador Félix Suazo, nadie se beneficia del deterioro de los museos de artes visuales, éstos son insustituibles y representan -al menos en el papel- la convergencia de nuestras visualidades; ellos manifiestan el despliegue de los visual/sensible en el escenario del espacio público, lugar destinado para la convergencia de todos los socios, sin exclusiones, del entramado social que nos conforma y que a su vez conformamos.

Así, los museos deben encontrar su dimensión crítica (transformadora). Ellos deben estructurarse, tal como lo señala el investigador peruano Gustavo Buntinx, en una colección articulada a un proyecto crítico. Entonces, no basta con cambiar el nombre y desplegar pendones y vallas, no basta con asumir la perspectiva gatopardiana: “que todo cambie para que no cambie nada”. Un camino para desarrollar alternativas debe responder una serie de preguntas simples, por ejemplo: a) ¿cómo logramos desde los museos de artes visuales consolidar un público corresponsable? b) ¿cómo logramos generar desde los museos de artes visuales una acción cultural pertinente y transformadora? c) ¿cómo se puede garantizar desde los museos de artes visuales una oferta cultural diversa, que permita atender las demandas de un público igualmente diverso y que logre, a su vez, la conformación del mismo? d) ¿cómo establecemos una oferta cultural basada en criterios de calidad, pertinencia y de no-exclusión (universalidad)? Y por último e) ¿cómo dar respuestas a estas interrogantes en el contexto de la complejidad de nuestras realidades?


Certezas dogmáticas vs certidumbres falibles.

Las respuestas a estas inquietudes requieren asumir una perspectiva que logre trascender las visiones maniqueístas y egóticas de esto y aquello, de unos contra otros. Para propiciar el diálogo hay que sustituir las inmóviles certezas dogmáticas por certidumbres falibles. Transformar la parálisis que viven nuestros museos requiere el esfuerzo de sumar voluntades. Restar disminuye las fuerzas y potencialidades necesarias para articular los cambios. Para lograrlo se requiere establecer experiencias y nociones que permitan generar una dinámica de relaciones destinadas a catalizar el funcionamiento del campo de las artes visuales, éstas deben propiciar la interrelación e intercambio de todos sus actores, repito, de todos sus actores.

Hay que tomar en cuenta a los museos de artes visuales y atender urgentemente sus requerimientos. Ellos expresan, a través de sus dinámicas, nuestras realidades culturales. Mirarlos es mirarnos. Ellos son la síntesis de nuestras identidades. Entonces, hay que hacer un esfuerzo enorme para romper la inercia que los mantiene aletargados. Perdemos todos si no logramos consolidar, en nuestros museos de artes visuales, un espacio dinámico para la convergencia ciudadana. Hoy, parafraseando a Lezama Lima, se muestran agonizantes como: “fantasmas apesadumbrados de nadas conjeturales”.

Urge que se aclaren las dudas que existen en relación al perfil de los museos de artes visuales; igualmente resulta vital aclarar el alcance y rol de la Fundación de Museos Nacionales; así como la función del IARTES. Se precisan perspectivas conceptuales claras que permitan desarrollar una política cultural cuyas acciones resulten coherentes con los criterios definidos. Además, resulta importante, vital, hacer explícitas cuales serán las vías de participación para desarrollar estos criterios. La acción cultural del Estado en el campo de las artes visuales no puede seguir transitando por el sendero espasmódico del voluntarismo, la improvisación descontrolada (no así la experimentación sistemática que resulta vital para promover cambios y transformaciones) y el eventismo exacerbado. Las buenas intenciones son una condición necesaria, pero no suficiente; se debe avanzar más allá de los buenos deseos. Igualmente, aunque parezca una perogrullada, los museos de artes visuales deben concentrar esfuerzos en promover las artes visuales. En este último punto hay que insistir de manera obstinada.

Percibir los cambios.
Actualmente nuestros museos cuentan con personas que resultan valiosas para el campo del arte, con ideas frescas e innovadoras y mucha voluntad crítica, ellos resisten la embestida de las fuerzas paralizantes, ellos quieren ver los cambios, han asumido su trabajo con una gran dignidad, mística y valentía. No resulta sencillo trabajar en el contexto del silencio que propicia el diálogo de sordos, desierto de voces que protagonizan aquellos que permanentemente hablan sin escucharse.

Otras, lamentablemente, se han marchado agotadas, maltratadas y embargadas de un profundo escepticismo. Las promesas no cumplidas, el maltrato y la mengua constante han afectado severamente los sueños y expectativas de muchos trabajadores y trabajadoras de los museos. Hay mucho pesimismo. Mucha desconfianza. Al parecer se ha conformado una profunda ausencia de credibilidad en torno a las acciones de cambio que se puedan implementar. Esta desconfianza incluso se expresa a lo interno de las instancias creadas por el propio MPPC. Por ejemplo, los proyectos del Museo de las Culturas y del Museo Nacional de Historia han preferido, para “avanzar sin contratiempos”, estar fuera de la Fundación de Museos Nacionales (FMN), lo que se convierte en un claro indicador de las debilidades conceptuales y prácticas del funcionamiento de la FMN.

Público activo
Entonces, emprender acciones transformadoras no es una tarea sencilla, requiere promover la voluntad política, administrativa, financiera y humana que permita dinamizar este estado no deseado de inmovilidad, esta contradictoria condición de crisis permanente que vivimos en el contexto de nuestras instituciones culturales dedicadas a las artes visuales. Recuperar el tiempo y los recursos perdidos impone un esfuerzo titánico. Se requiere encontrar las fuerzas para vencer el fatalismo.
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Visitar nuestros museos, escudriñar sus espacios. Erigirse como público activo y atento, crítico, es una modesta iniciativa para comenzar a propiciar esta transformación. Lo contrario es quedarnos ciegos, sordos, mudos e inmóviles. El museo que vendrá, el museo que queremos, el museo que debemos procurar como construcción individual y colectiva, requiere la articulación y participación de un público activo y corresponsable.

Movilizar y transformar la dinámica de nuestros museos no es una tarea fácil, implica riesgos y obstáculos, pero sólo la muerte y sus ejércitos de fantasmas, ataviados con sus deshilachados uniformes lleno de medallas oxidadas, colgadas como monumentos a las glorias del pasado, garantiza una realidad inmóvil, maniqueísta y monocromática. La imagen de la vida es sin duda distinta, diversa, problemática y agónica, ella contiene y representa el deseo de lo que queremos mostrar y agitar en las salas de nuestros museos que –de esta manera- podrían convertirse en territorios de diálogo para nuestras prácticas e ideas en torno a las artes visuales y, al mismo tiempo, a las condiciones contextuales en las cuales éstas se producen.

Museos,ética y estética.
Los museos representan mucho más que extensas, neutras y adormecidas paredes blancas dispuestas a exhibir y mostrar los antojos y caprichos de la burocracia, o élite, de turno. Un museo, sobretodo en el marco de nuestras latitudes, debe ser un proyecto crítico, cuyas premisas deben estar circunscritas a la idea de una colección; éste debe estar articulado éticamente a la conciencia “del otro” (alteridad) y estéticamente abierto a “lo otro”. Si sólo son considerados como lugares para observar y adormecer las potencialidades críticas del arte; entonces, lo que se busca es convertirlos en vitrinas; lo que se busca es decorar, que todo cambie para que no cambie nada. Lo que se busca es el ornamento, la impostura de una escenografía construida y proyectada para complacer las diversas formas del poder (político, económico, social, etc), no para transformar el contexto de nuestras realidades, no para transformar al individuo. Nuestros museos de artes visuales deben ser concebidos bajo perspectivas profundamente humanistas, ellos deben ser la expresión de las posibilidades del ser humano como creador de sentidos y experiencias.

Entonces, resulta imprescindible estimular el ejercicio del mirar activo como una práctica liberadora. Dirigir la mirada como un ejercicio de libertad frente a todas las formas de imposición, de sujeción y de control. Mirar es un proyecto crítico, en sí mismo transformador; por tanto, un ejercicio que nos afirma como individuos y como colectivo. Mirar es simultáneamente mirarse. Los Museos de Artes Visuales deben convertirse en el epicentro para la confluencia de nuestras miradas, la de todos, sin exclusiones. Reitero, la de todos, sin exclusiones. Sumar no es restar, allí radica parte importante del reto que se cierne sobre las actividades de los museos de artes visuales, esta tarea requiere voluntad, paciencia y constancia y, de manera vital, premisas y conceptos claros.

No se puede sumar restando.
Preocupa que de prolongarse está condición vegetativa, nosotros –los usuarios- podemos, recordando las palabras de la curadora paraguaya Adriana Almada: quedarnos ciegos de tanto mirar en la oscuridad. Tal como lo señaló recientemente Lorena González: la década del silencio daría paso a la década de la oscuridad. Entonces, todos perderíamos, nadie ganaría. Todos perdemos si dejamos que sobre lo visible se imponga el silencio y la ausencia. No se puede permitir que el imperio del silencio y la oscuridad acabe con las posibilidades de la confluencia y el diálogo.

Estimado Ministro, actual presidente de la Fundación de Museos Nacionales, para construir y transformar hay que juntar esfuerzos y voluntades, crear consensos activos. En el campo del quehacer cultural centrado en la transformación se invierte la lógica tradicional del manejo del poder. Entonces, los medios justifican los fines y no a la inversa. No se puede sumar restando.

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2 comments for “Sobre la “nueva crisis de los museos”: escribe Gerardo Zavarce”

  1. Excelente artículo Gerardo.
    Me sumo contigo a vencer el fatalismo. Pienso que, si de algo carecemos, es de unificación gremial para la implementación de políticas culturales eficaces y aptas a nuestros tiempos. De igual manera, y tú lo sabes, estamos viendo esfuerzos por reinventar una museología que nos lleva 20 años de delantera, donde la apertura de museos y colecciones con programas y posturas éticamentente sustentadas han dado resultados fabulosos. Creo que más que crear una Asociación Civil de Usuarios de los Museos Nacionales, tenemos la responsabilidad de generar propuestas y papeles de trabajo que, cómo bien dices, sean un camino de real apertura y así crear nexos fundamentales para la integración de la comunidad usuaria/profesional y las instituciones.

    Posted by Desiree Domec Sanoja | May 20, 2010, 9:56 am
  2. Me parece una excelente iniciativa: “generar propuestas y papeles de trabajo que, cómo bien dices, sean un camino de real apertura y así crear nexos fundamentales para la integración de la comunidad usuaria/profesional y las instituciones”. Estoy de acuerdo contigo, éste sería un punto para comenzar a tejer las posibilidades de diálogo. Sin embargo, hay que recuperar la dimensión de “público activo” de los museos, aquí voy a insistir, ya que desde hace muchos años se comenzó a abandonar a los museos de artes visuales, al menos el público directamente vinculado a las artes visuales. Aprovechando tu sugerencia, valdría la pena realizar un estudio de público que permita comparar las diferencias entre quienes asisten a la GAN o MACC, por ejemplo, y quienes asisten a periférico. Igualmente sería interesante intentar caracterizar los intereses de aquellos que no asisten a los museos de artes visuales. Hay poca tradición de estudios de público en Venezuela. Entonces, se dificulta el diseño de políticas para atender y enfocar esta situación.

    Posted by Gerardo Zavarce | May 23, 2010, 10:44 am

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