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Ponencia: María Elena Ramos del foro sobre los museos

Foro Los Museos hoy: ¿Apertura o crisis?

Fundación Cultural José Ignacio Cabrujas

Caracas, 10 de Junio, 2010

MUSEOS EN VENEZUELA

APUNTES PARA UN BALANCE DEL SIGLO XXI.

María Elena Ramos

Primera Parte.

De las crisis

Una línea de aproximación al tema de los museos durante estos 11 años nos obliga a marcar algunos hitos con las distintas crisis. Son crisis de momentos particulares, pero encadenadas en sus efectos.

1-Yo estoy aquí para frenar a la jauría y evitar el reparto del botín”, dijo más de una vez Alejandro Armas, el presidente del Conac con que en rigor se estrenó este gobierno y el único que ha dejado una memoria de respeto por instituciones y personas. (Luis Britto García había durado, antes, tan sólo un día en el cargo)

Así, comenzó la gestión cultural con el talante mediador de Armas, y con su deseo de conocer, de buena fe, cuál era el estado del legado que recibía.

2-Hay que desmontar las fundaciones de Estado, hay que desmontar los principados”, fue el repetido grito de guerra del sucesor, Manuel Espinoza, quien hizo su trabajo para quitar del camino a aquel revolucionario aún romántico que era Armas quien, a ojos vistas, no logró finalmente frenar a la jauría.

Quitado Armas del camino, había que ir eliminando los siguientes obstáculos.

3- ¿Príncipes o guardianes? En Enero 2001 la llamada “Revolución cultural” de Espinoza y Chávez –con el argumento de ir contra príncipes y oligarcas- apuntó directamente a derribar el obstáculo de quienes éramos, en realidad, “los guardianes de las puertas”. En esa crisis salimos sin previo aviso y en un solo día 18 presidentes de instituciones. Apareció hacia el público como la primera gran agresión desde el gobierno hacia el medio cultural. Digo “apareció” pues las reales conspiraciones por el poder habían hecho mella desde tiempo antes, como cada institución sabía y sufría desde dentro.

4- Aquí los curadores tienen que bajar la cabeza, pero no se preocupen que yo también estoy bajando la cabeza ante el viceministro. Con esta autoinauguración, que dejó atónitos a los curadores del MBA, comenzó a dirigir las curadurías de ese museo una profesional del medio convocada al cargo por un viceministro que desde muy atrás detestaba el concepto mismo de curador y su relativa autonomía. Ese mismo día me comentaba, desolada, una curadora presente en la reunión: “Tantos años que trabajamos en la cultura con la cabeza bien alta y ahora el mandato, expreso además, es: bajar la cabeza”.

La funcionaria de la cabeza baja, que llegaría más alto tiempo después, ampliaría, ya como presidente de la FMN, el círculo de sus rechazos a las curadurías de todos los museos. Círculo perfecto: si los ministros de turno detestaban a los curadores desde la intolerancia, ella los detestaba desde la incomprensión y la mediocridad.

5- El desdibujamiento de los perfiles. Arrancados primero los directivos, que he llamado los guardianes de las puertas, -y eran también guardianes de los perfiles-; reducida al mínimo la función del curador que cuida colecciones, no sorprendió que el complemento natural fuera el irrespeto al carácter propio y  específico de cada museo. Los buenos museos tienden al perfil, dando forma coherente en la cual reconocerse, otorgando coherencia, armonía, definición, identidad. Y todo eso estorbaba demasiado en la nueva Venezuela.

El miedo a las diferencias, que ha mostrado este gobierno en tan diversos ámbitos, fue factor incidente en ese desdibujamiento de los perfiles de los museos.

6- Año 2003. Sale el viceministro Espinoza, entra el ministro Sesto.

Farruco Sesto profundizó el proceso de desmontaje de la institucionalidad cultural, y, así, la pérdida de autonomía y de perfil de cada museo. Politizó más radicalmente al medio, excluyó (o incluyó) a los creadores de las distintas artes en base a un appartheid político inconcebible en nuestra tradición democrática.  La lista de Tascón, como peculiar “Quién es quién de la cultura”, le resultó buen apoyo de mesa.

Venecia sí… Venecia no… La censura del arte.

Uno de los primeros actos públicos de Sesto fue censurar la obra de Pedro Morales, seleccionada previamente para representar a Venezuela en la Bienal de Venecia de 2003. Su veto fue, sin embargo, burlado por la tecnología globalizada, y la obra –virtual- de Morales fue movilizada en las redes de las mismas autoridades y del curador general de la Bienal, acompañada de las palabras del ministro, lo que agregaba un plus de notoriedad. Esta crisis dejó mal parada la capacidad de tolerancia del nuevo funcionario y la evidente debilidad de la curadora, directora además de uno de los museos principales y quien prefirió tomar partido por el ministro y no por un artista cuya obra había sido seleccionada, y estudiada por ella en texto que ya había sido publicado, por cierto, en el catálogo general de la bienal.

7- Separar los signos y los logos. En el año 2006, con la llegada del perro y la rana marcando su espacio, se eliminan los logos de las instituciones y, con ello, se anomizan las identidades gráficas que por décadas habían definido a los museos nacionales en la visión, el afecto y la memoria de los ciudadanos. Fue un golpe físico, material, pero sobre todo un nuevo golpe moral a las identidades museológicas.

8- La crisis del público. Si bien la ausencia del público de los museos nacionales ha sido progresiva en los 11 años, la primera gran estampida de sus visitantes habituales se dio desde la Revolución Cultural del 2001, acentuándose luego con el crecimiento del malestar. La comunidad, acostumbrada a recibir calidad, respeto y liberalidad hizo el vacío-como-castigo. Perdido este público, habría sido de esperar que un gobierno de vocación social hubiera sido capaz de crear nuevas audiencias, más amplias y populares.  Pero la visible ineficacia para captar nuevos públicos se sumó a la triste eficacia para ahuyentar a los habituales.

¿No han sabido captar nuevos públicos? ¿o no les ha interesado hacerlo?

En cualquier caso, lo que quiero destacar aquí es que este tema de los públicos es un punto de inflexión peligroso, a tomar en cuenta dentro del círculo vicioso que el gobierno manipula (ausencia de público, traslado de las colecciones, vacío de los museos, mayor ausencia aún de público, cierre de los museos). No exageramos. Recordemos aquí que hace apenas un mes el ministro Sesto parecía dudar de que la existencia de los museos estuviera suficientemente justificada.

9- Año 2005. Liquidación de las fundaciones de Estado y creación de una Fundación de Museos centralizadora.

La liquidación de las fundaciones de Estado conllevó gravísimos retrocesos. El más visible: el de la autonomía gerencial y administrativa, retroceso inmenso del proceso modernizador, democrático, descentralizador que había mostrado logros notables.

Se abrió además la compuerta a otro retroceso, mucho más grave por largo y por medular: el de la autonomía especializada, de programación de exposiciones, adquisición de obras, profundización del perfil de cada institución, valores estos muy antiguos y que habían permitido un rigor creciente con las décadas, formación de especialistas de alto nivel, y credibilidad nacional e internacional. Aquel respeto profesional de antigua data había sido fortalecido desde 1990 a través de las fundaciones de Estado, con sus juntas de adquisición, los consejos directivos constituidos por personalidades de la cultura nacional, el fortalecimiento de las curadurías. En este sentido la eliminación de las fundaciones significa un retroceso de 50 años.

Ahora, en Mayo 2010, el mismo ministro que creó la Fundación de Museos Nacionales reconoce lo pésimo de su manejo, pero insiste en darle un poder mucho mayor: el control directo de las colecciones.

10-Una crisis anunciada que, por ahora, no ha llegado a estallar.

El Viceministro de Cultura José Manuel Rodríguez, también presidente del Instituto de Patrimonio Cultural, propuso en 2009 que las colecciones de arte africano, arte egipcio y cerámica china de Ciencias y Bellas Artes fueran devueltas a sus países de origen.

En declaraciones del momento sugerí a las autoridades que abrieran google, y la web del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, donde se enorgullecen de su amplísima colección egipcia, para la cual reciben conferencistas egiptólogos, y donde cuidan también su colección de arte griego, entre otras muchas, sin habérseles ocurrido la populista idea de devolver a los países de origen esas joyas de la cultura, que recibieron como legado y han sabido cuidar. Y me preguntaba: ¿por qué nuestro gobierno, tan lamentablemente afín al de Cuba, no sigue su ejemplo cuando se dan experiencias positivas como ésta?

11- Mayo  2010. La crisis de las colecciones. Estalla recientemente a la luz pública el tema de las colecciones que, sin embargo, no es nuevo. Amenazas de distintos tipos han movido sucesivamente los viceministros y ministros de turno, las que, de haberse concretado antes, ya habrían eliminado del todo los precarios perfiles que aún quedan. Intentos de traslados parciales entre un museo y otro, o de unificaciones arbitrarias de las colecciones, exigencias expresas de un viceministro de eliminar las dataciones de obras que venían de otro museo, han sido sólo algunas de las razones de inquietud frecuente que los profesionales de los museos comenzamos a sufrir casi desde el inicio de este gobierno.

El reciente anuncio de Sesto sobre las colecciones ha dado lugar a un documento público de rechazo, con más de 900 firmas. Con el título “Contra el despojo. Por el fortalecimiento de nuestros museos”, representantes de todos los sectores de la cultura señalamos el peligro que corren los museos, entes patrimoniales esenciales para la nación.

Segunda parte

De cómo afectan a los museos los males generales de este gobierno

Nota: Esta parte de la ponencia no se leyó en el Foro.

Se entregará posteriormente, para la web de la Fundación Cabrujas.

Tercera Parte.

La procesión va por dentro

Si los museos han sido tan golpeados estos once años en todos sus terrenos, el de los empleados, técnicos y especialistas es uno de los más claros para nosotros, aunque no siempre de los más comentados y reconocidos públicamente.

Hoy quisiera decir que una crítica externa debe saber matizar: entre quienes están dentro del desastre, lo sufren y hacen su trabajo técnico con calidad; los que, más aún, actúan desde dentro para frenar aspectos del desastre; y, por otra parte, aquellos que han participado directa, dolorosa -y a veces hasta dolosamente- a generar el desastre. La comunidad cultural debe discernir frente a comportamientos muy distintos, que van desde la complicidad hasta la resistencia, desde la indolencia hasta el arriesgado compromiso con la verdad.

Alguna vez hice la imagen de los empleados de los museos de esta época como de quienes, con sus hijos y pertenencias más valiosas, esperaban en los refugios, durante los bombardeos… cuidándose y cuidándolos…

De los museólogos de carrera (que no “a la carrera”) conocemos luchas que no trascendieron a la prensa durante estos años. Frenos internos que -con perfil bajo- muchos de ellos pusieron en sus momentos logrando evitar distintas arbitrariedades. Así, entre otros casos, se logró impedir traslados de colecciones de unos a otros museos, o se evitó el cierre del MAO en 2009, cuando los empleados unieron fuerzas con Consejos Comunales de la zona y con la Misión Cultura, en lo que llamaron todos juntos contra el cierre.

He querido traer aquí apenas unos pocos fragmentos de intercambios que he tenido con algunas voces internas, que me parece fundamental e impostergable escuchar y que incluye no sólo algo de lo que ellos han hecho por la defensa de sus instituciones sino también de lo que han sentido.

Asoma por ejemplo un factor crítico, de los de adentro hacia algunas posiciones sostenidas por los de afuera, interesantes para reflexionar.

Me escribe Milagros González, activa trabajadora del MBA en el área de Curadurías, hasta el año 2008, cuando se fue al exterior, desde donde  mantiene en redes información actualizada sobre los museos en Venezuela. Por la naturaleza de sus comentarios y por su plena vigencia consideramos que la suya tiene aún mucho de “voz interna”.

Dice: “Creo que sí es bueno comentar, en el Foro de la Fundación Cabrujas, la resistencia que han hecho los trabajadores. Creo prudente, además, dar a entender que el desmantelamiento de los museos es responsabilidad de todos. Que es muy fácil decir que es culpa de los trabajadores lo que allí ocurre. Hay que dar a entender que nos dejaron solos con eso y que, además, nos criticaban sin separar la paja del arroz. Ahora, muchos empleados están exhaustos, y muchos tiraron la toalla y se fueron (como, siendo honesta, hice yo).

Hay cosas que la oposición desconoce. Un ejemplo: me tocó ser jurado del bodrio aquel del Certamen Mayor. Fue para mi una experiencia… diría interesante, que no quiero volver a vivir. En cierto momento habíamos llegado al acuerdo de que, entre tanta cosa mala (nadie decía eso, por supuesto), había un trabajo honesto, que era de un estudiante del IUESAPAR, para una de las menciones. Resulta que en el fondo de la obra, entre la bruma, se veía algo que ‘parecía’ ser la torre Eiffel. Entonces uno de los jurados, un director de museo, dijo que premiar eso era alabar las hegemonías, los símbolos imperialistas y qué se yo. Dentro de mí algo se rebeló y me dije ‘esta idiotez no la voy a permitir’, y comencé a hablar de manera automática, y casi sin pensarlo le dije: ‘No, fíjate que la imagen está entre la bruma, es difusa, una verdadera negación de ese símbolo, yo diría que el artista subraya la visión negativa de esos valores…’ y un rato más de verdadero gamelote hipnótico salió de mi. No sé como, pero el artista conservó la mención. Ese día, aunque logré mi objetivo, me sentí más mal que nunca: para lograr lo justo, había que hacer malabares y decir las cosas de lado, no de frente. Es así como muchos trabajadores logran hacer las cosas medianamente bien, aunque con las uñas y haciendo lo imposible para que los superiores los dejen hacer lo correcto.

Las colecciones han sobrevivido todo este tiempo gracias a la pericia de los trabajadores: al manejo selectivo, acucioso y dedicado de quienes conocen esas obras como la palma de su mano.

Se luchó mucho porque al mencionar las colecciones SIEMPRE se dijera “Colección FMN/custodia GAN, o MBA”, etc. Los trabajadores, cada vez que había que escribir algo reforzábamos que éramos custodios, guardianes de la colección a nuestro cargo. Sabíamos que estaba el proyecto de reunir físicamente las colecciones. Sabíamos también que los perfiles se diluían. Pero como los trabajadores han luchado por seguir siendo “custodios” y responsables de las colecciones… el Ministro necesita doblegarlos de alguna manera. Por ello busca ahora realizarlo física, materialmente. Ya eliminó lo que él llamaba los “feudos”, ahora quiere matar lo que queda y dejar el cascarón vacío. Es decir, reducir el espíritu de pertenencia a nada, acabar con la mística, que es lo único que mantiene en pie a las instituciones. Y la mística la genera el patrimonio que se cuida, que además recuerda lo que en algún momento fue la institución y lo que puede volver a ser. El patrimonio es el nutriente, la razón para vivir. De hecho, muchos de nosotros decíamos (y sé que aún se dice), que había que soportar  todo para cuidar las obras”. Hasta aquí la cita de Milagros González.

Otro tema que vale la pena mencionar es el del aislamiento al que se ha sometido, a través del miedo por la intolerancia de las autoridades, a los especialistas de los museos. Me dice por ejemplo un empleado, que se mantiene anónimo, que como puso al descubierto que la FMN hackeó su correo, tiene la sensación de que hace tiempo gente amiga dejó de escribirle por temor a ser hackeados. Si el hackeo es verdadero o no nosotros no lo sabemos, lo que sí es verdadero es el aislamiento y el miedo.

Todos recordamos, por otra parte, que con frecuencia los periodistas de cultura reproducen en sus páginas testimonios de personal interno que se reserva su nombre, por temor a represalias. Esto no sólo redunda sobre la conocida intolerancia del gobierno sino también muestra el deseo de participar, a pesar del riesgo, que tienen los de adentro, alertando, desde su información actualizada, sobre peligros reales que corren los museos en determinado  momento.

Junio 2010. La situación actual

La intuición general es que un eventual traslado de las obras podría conllevar otra crisis más definitiva: el aniquilamiento de los museos, como quitarle su alma al cuerpo, acelerando su defunción.

Hay dos próximos escenarios posibles: por una parte la radicalización de Farruco y su gobierno cultural (bien sea ahora o dentro de pocos meses), y que podría llevar a la destrucción definitiva de los museos; o, por el contrario, un movimiento fuerte hacia alguna recuperación. Un movimiento que, si bien cuenta con el apoyo del medio cultural amplio y con voces de la comunidad cultural internacional, tiene que sumar la participación profesional de los expertos que hacen vida dentro de los museos y los conocen “como la palma de su mano”.

En los últimos días hemos sabido que el documento terminó estimulando varias situaciones:

-El ministro solicitó a los conservadores un informe técnico sobre las condiciones del depósito de la GAN.

-Se le entregó ese informe, que desaconseja realizar el traslado.

-Sesto ha visitado los depósitos de algunos de los museos.

-Parecería haberse detenido, por ahora, el traslado de las colecciones.

-El personal de los museos se está sintiendo, en lo general, apoyado por el documento firmado, como renovado aliento en la defensa de estas instituciones.

En un régimen como éste es mucho lo que se retrocede y lo que se des-aprende. Se des-aprende democracia, se des-aprende modernidad.

Pero puede re-aprenderse a valorar una democracia herida, y puede aprenderse sobre todo de la madurez del luchar. En cualquier caso, es un tipo de lucha que vale la pena siempre, a no dudar.

Pues aunque parezcan detenerse (sólo por ahora) las decisiones, no hay que bajar la guardia, hay que mantener vivas algunas interrogantes:

-¿se corresponde con las verdaderas intenciones de este gobierno este comentario que me hace anónimamente un empleado?: “esta idea de fusionar las colecciones es el primer paso en mente para ir gradualmente cerrando, primeramente, los museos que consideran ‘no rentables’”.  ¿Y, después, los demás?

-¿cuál es el propósito real de las autoridades, cuál es el verdadero para qué de un eventual  traslado de las colecciones a un solo lugar?

La Fundación Cultural José Ignacio Cabrujas, con la presentación de una serie de foros como éste, está llevando un inventario para la escritura de eso que ellos han llamado El libro negro de la cultura, un estudio crítico sobre estos 11 años.

Será así muy valioso el aporte que cada una de las ponencias de los distintos foros pueda dar a un libro que no dudamos resultará imprescindible para la memoria de las próximas generaciones.

Pero aún más afortunado sería que, de cada evento y cada grupo de ponencias, como las de esta noche sobre nuestros museos, puedan ir surgiendo posibilidades concretas y creativas, de lucha y resistencia para el ahora, para este mientras-tanto oscuro que los trabajadores culturales, los museos y las instituciones de la cultura toda están padeciendo en la Venezuela de este nuevo siglo.

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