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Rincones escondidos de la memoria (I) El Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional

El Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional

En el tercer piso de la Biblioteca Nacional de Venezuela reina la calma. Este es un lugar tranquilo, por no decir solitario, pero dentro de su calma existe una cacofonía de voces contando su fragmento de historia, la que se guarda en los documentos de la colección fotográfica más grande de Latinoamérica. En el backstage de la sala de usuarios del Archivo, fila tras fila de cajas almacena fotografías que registran la vida nacional. Viejos mapas reposan en enormes gavetas, afiches están enrollados para ser guardados y las fotografías duermen en sus archiveros de metal al canto del aire acondicionado. Sin ni siquiera contar las colecciones audiovisuales, musicales, cartográficas o de postales, el archvio fotográfico contiene unas tres millones imágenes desde finales del siglo IXX, cuando la fotografía en Latinoamérica disfruta su primer éxito, hasta más o menos nuestros días.

La tranquilidad habitual del lugar fue momentáneamente interrupida la semana pasada por la visita guiada que hicimos un grupo de estudiantes del curso Organización, reconocimiento, preservación y avalúo de fotografías que está dando Vilena Figueira, ex-jefa del archivo fotográfico, en el Museo de Bellas Artes. Es un raro privilegio poder estar entre los documentos de un archivo y para cualquier investigador representa una experiencia imprescindible que resalta la carente realidad del interface de la base de datos que solemos usar para acceder a información.

El archivo disfruta de unas visitas esporádicas y de estudiantes de Comunicación Social de la Católica o la Santa María – sus usuarios más numerosos, pero quizás no sus más fieles – que vienen a cumplir sus trabajos de investigación sobre fotógrafos venezolanos. Aparte de ellos, el espacio muchas veces está muy vacio y los empleados suelen superar en número los usuarios.
Sin embargo, está abierto a todos. Es de todos. Sólo hay que aparecerse y preguntar porque a pesar de la cantidad de imágenes, los guardianos del archivo lo conocen de arriba para abajo.

La colección está dividido en tres secciones: Documental, Autores Contemporáneos y Archivo Histórico (Siglo 19)

La colleción que más se usa (gracias a los chicos de la Católica) es la de Luis Felipe Toro “Torito” – fotógrafo que retrató buena parte de la vida nacional durante la época de Juan Vicente Gómez y que fue uno de los pioneros de la fotografía con flash en el país. Como señaló Josune Dorronsoro: ‘La obra de Toro comienza en 1899, cuando instala su primer laboratorio fotográfico y se prolonga hasta el año de 1955.’

El segundo archivo más usado se llama ‘Caracas Documental,’ un conjunto de miles de fotografías organizadas en cuatro temas compilado por un dedicado archivista por los años 70.
Los temas son: Comunicación y Vías de Transporte; Infraestructura e Institucionalidad Gubernamental y Ciudadana; Infraestructura de las Artes en general, el Entretenimiento y Periferia Ciudadana, y Contigencia y Tragedia Ciudadana.
Si bien las categorías parezcan algo secos, el material es fantástico y abundante.

Está también la colección de José Agustín Catalá quien durante años guardaba las fotografías que aparecían en el periódico La República y luego las donó al Archivo. De corte más oficial es la colleción de la Oficina Central de Información (lo que ahora es el MINCI) donde están archivadas miles de fotografías que retratan décadas de vida pública en Venezuela y que llegan hasta el 1984. Su colección es impecablemente organizada en inumerables cajitas que contienen sobres de negativos identificados por tema y fecha.

Entre los autores contemporáneos hay unas joyas. Las polaroids de Claudio Perna, cajas de fotos hechas por el artista plástico Gerd Leufert. La Caracas de los 50 retratada por Leo Matiz y Alfred Brandler, entre muchas otros trabajos de autores reconocidos.

Salimos de la sala principal hacia un cuarto de atrás y regresamos siglo y pico. En este pequeño espacio se guardan 7000 imágenes de Latinoamérica y El Caribe tan valiosas que en el 2000 fueron declaradas colecciones del Registro de Memoria del Mundo de la UNESCO y descritas de la siguiente manera: ‘Venezuela- Fotografías Latinoamericanas y del Caribe. La segunda colección Memoria del Mundo que custodia Venezuela, es la colección de fotografías latinoamericanas y del Caribe realizadas en el siglo diecinueve. Ha sido ampliamente divulgada, como da fe el proyecto piloto y el disco compacto existente al que también se incorporaron imágenes procedentes de archivos fotográficos del resto de la región latinoamericana. La catalogación de esta colección está muy adelantada y su preservación y divulgación por vía de la reproducción analógica o digital es un planteamiento perentorio del Archivo Audiovisual de Venezuela de común acuerdo con el Centro de Conservación de BNV, aunque limitado debido a los costos.‘ (Fuente: World Library and InformationCongress: 70th IFLA General Conference and Council, 2004)

Como en todo archivo siempre hay objetos que llegaron por suerte. Un tesoro de esta colección llegó, digamos, por la puerta de atrás. Aparece un día en el archivo un señor con un paquete curioso que consiguió en la basura. Resultó ser un álbum de cuero con un candadito de metal que contiene una colección valiosísima de tarjetas de visita del siglo IXX.

Como la memoria, ningún archivo es perfecto, completo ni mucho menos terminado y aquí entre las joyas y las estrellitas de la colección abundan fotos sin identificación, o de autores desconocido. Estas están reunidas en carpetas organizadas por tema y esperan que algún cronista o persona dotada de memoria fotográfica complete su cuento.
Todos tenemos acceso al archivo. Su personal facilita todo y guía los usuarios en todo lo necesario. Existe la posibilidad de mandar a positivar negativos, copiar fotos y digitalizarlos. Trabajan de 8.30am a 5.15pm todos los días.

Fuentes:

Comisión Nacional de Cooperación con el UNESCO

Dorronsoro, Josune, Album de ensayos. Antología de Josune Dorronsoro. (Caracas: Museo de Bellas Artes, 1999)

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