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RESEÑA: El México de Leo Matiz por Miguel Angel Flórez Góngora

El Tiempo
Domingo 30 de enero de 2011

Fotografía / El México de Leo Matiz
Por Miguel Angel Flórez Góngora*
Leo Matiz (1917-1998) fue un trotamundos. Y esa vocación llegó a convertirse en la piedra angular de su leyenda personal. Pero no le bastó caminar. A su condición indeclinable de nómada, sumó la fuerza creadora de su mirada a través de la cámara fotográfica.
En el empeño furioso de no detenerse perdió amantes, hijos, esposas, amigos, certezas, ojos, salvo sus imágenes, las cuales hoy nos permiten disfrutar la visión indefinible y poderosa de sus fotografías.

En la búsqueda por nuevas aventuras, Matiz disfrutaba de amores intensos y fugaces que él luego abandonaba con su premisa vital de  “Leo Matiz va. No espera” y que le sirvieron para inventar su propia epopeya personal de fotógrafo incansable que saltaba del desierto mexicano a las guerras del Medio Oriente, cazando imágenes para las portadas de las revistas Reader’s Digest, Look, Norte, Harper’s Magazine y Life y Así.

 Matiz hizo su aparición en la prensa mexicana en 1941 con la publicación de reportajes visuales contundentes y álgidos sobre los campesinos de las haciendas plataneras de Centroamérica, la explotación de los trabajadores del sistema ferroviario de México, la explotación de las mujeres en la industria textil de Ciudad de México, la supervivencia de los vagabundos en los bajos fondos de la capital mexicana y la vida miserable de los presos en las islas Marías.

Su extraordinaria sensibilidad social y la precoz maestría técnica con la cámara, convirtieron a Leo Matiz en el cronista visual de Ciudad de México durante la década de los cuarenta. Igualmente tuvo la oportunidad de laborar junto a Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo como fotógrafo de rodaje en los Estudios de Cine Churubusco de México.

Ese es el mundo en el que nos sumerge el libro ‘El México de Leo Matiz’. Reúne imágenes inolvidables de la vida urbana y cultural de la capital mexicana en los años cuarenta captadas por el ojo extraordinario de Leo Matiz y un texto atractivo y rigurosamente investigado por el historiador de arte Luis Martín Lozano, quien traza la trayectoria vital y estética del fotógrafo nacido en Aracataca, desde su incursión en el mundo de la fotografía periodística en México hasta su consagración como uno de los grandes fotógrafos del mundo.

De acuerdo con Luis Martín Lozano, los críticos mexicanos de los años cuarenta resaltaron a Matiz como “uno de los mejores fotógrafos de prensa, aportando a la fotografía informativa los elementos de una valiosa sensibilidad artística”.

Para Lozano, el trabajo gráfico de Matiz en México se destacó por el dominio de los recursos técnicos y el enfoque estético, “sin duda producto de su formación como dibujante y sobre todo como caricaturista; ya que la mirada analítica que exige la caricatura coadyuvó después a que en el enfoque del fotógrafo, el encuadre fuese más preciso”.

Martín Lozano se detiene en los momentos que marcaron la madurez estilística de Matiz en su trabajo de reportería gráfica en México y destaca el legado estético del cine y la pintura mexicana que marcaron al fotógrafo colombiano con el uso sus recursos visuales, como los enfoques en contrapicado, perfiles y rostros vigorosos integrados con nubes, los cuales fueron incorporados por Matiz a su mundo visual y le permitieron consolidar su proyecto creativo y ampliar de manera genial las posibilidades expresivas de su arte fotográfico.

La valoración estética de la pobreza y el uso de la luz como un elemento narrativo en las imágenes fotográficas cautivaron también la atención del fotógrafo Leo Matiz, quien recorrió a México durante 8 años para plasmar en sus imágenes la memorable consigna del director de cine ruso Sergei Eisenstein: “La esencia de una nación se deposita en sus rostros”.

Muchos de estos elementos se integraron a la estética de Leo Matiz y se decantaron en las expectativas de su propia búsqueda, transformando su perspectiva vital y artística a partir del descubrimiento del cine, la pintura muralista, la policromía del paisaje, la historia mexicana plagada de insurrecciones populares y revoluciones traicionadas, así como el legado cultural de las civilizaciones Azteca y Maya que significaron, para el fotógrafo nacido en Aracataca, una fuente de libertad existencial y creación plástica. 

’El México de Leo Matiz’ igualmente nos descubre el entorno de las grandes celebridades del cine, la pintura y de las artes de México en la década de 1940 registrados con su inseparable Rolleiflex y con la que logró retratos dotados de intimidad, fascinación y profunda penetración psicológica. Frida Kahlo, Diego Rivera, Esther Williams, Janice Logan, Agustín Lara, los primeros castings de María Félix, Esther Fernández, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Mario Moreno ‘Can-tinflas’ y Dolores del Río son algunos de sus convocados en su memorable, seductora y nostálgica galería de personajes.

En el México de los años cuarenta, películas como ‘¡Viva México!’, del director ruso Sergei Eisenstein, y ‘Un perro andaluz’, del director español Luis Buñuel, estimularon también el imaginario visual de Leo Matiz y enriquecieron su deseo pictórico en la composición de sus imágenes.

La búsqueda de nuevas aventuras formales para sus imágenes, igualmente las había iniciado Leo Matiz en México durante sus años de colaboración creativa para el proyecto mural Cuauhtémoc contra el mito, del pintor mexicano David Alfaro Siqueiros y en los que el fotógrafo de Aracataca encontró la posibilidad de conciliar las técnicas de composición, iluminación y perspectiva de la pintura con sus registros fotográficos.

De ese modo, México se impuso ante los ojos de Matiz como un país hecho de diferentes tiempos y memorias, y como una tierra “dispuesta para consumirse en el florecimiento de deseo y peligro”, según la definición del escritor francés André Breton.

‘El México de Leo Matiz’ nos confirma de nuevo que el legado visual de Leo Matiz, conservado y divulgado por la Fundación que lleva su nombre, sigue hoy seduciendo a las nuevas generaciones que encuentran en sus imágenes en blanco y negro el prodigio de instantes que pasaron inadvertidos para el común de los hombres y que a través del ojo escrutador del fotógrafo colombiano se convirtieron en íconos cargados de memoria, sabiduría e inteligencia en la cultura visual del siglo XXI.

*Escritor colombiano, autor del libro biográfico sobre Matiz ‘La metáfora del ojo’.

Derechos Reservados Lecturas Dominicales- El Tiempo-2011

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