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“El Michelena se manejó como un asunto a dedo: me apoyas o no”

Creó una página en Facebook titulada Puerta Abierta en torno al Salón Arturo Michelena. Aunque de alcances muy modestos, la página ha sido, básicamente, el único espacio para la discusión sobre la doble convocatoria que este año caracteriza a la confrontación artística de mayor tradición en Venezuela

“El Michelena se manejó como un asunto a dedo: me apoyas o no”

MARJORIE DELGADO AGUIRRE

Aunque muchos no pensaron que pasaría, pasó: este año, por primera vez en la historia, no hay un Salón Arturo Michelena. Hay dos. Al mismo tiempo. Algunos aún no lo pueden creer. Otros han perdido totalmente la capacidad de asombro o la situación sólo les provoco un gesto de encogimiento indiferente de hombros. A unos más los obligó a escoger entre la convocatoria de la Gobernación del estado Carabobo –respaldada por algunos trabajadores del Ateneo de Valencia–, la hecha por la junta directiva de la Asociación Civil Ateneo de Valencia, quizá no participar en ninguna de las dos o, tal vez, en ambas.

La bifurcación del salón se originó a partir de un conflicto entre algunos trabajadores del Ateneo de Valencia que denunciaban al presidente de la junta directiva, José Napoleón Oropeza, por manejos irregulares del presupuesto.

Hoy, mientras un salón se lleva a cabo en el Ateneo de Valencia, el convocado por la gobernación, el otro se realiza en cinco espacios expositivos de Carabobo: el Centro Cultural y Deportivo Don Bosco del municipio Naguanagua, el Centro Cultural Eladio Alemán Sucre, el Gabinete del Dibujo y la Estampa de Valencia y las salas de exposiciones del Instituto Docente de Urología.

El artista visual Ramsés Larzábal propuso discusiones filosas a través de una página en Facebook que tituló Puerta Abierta en Torno al Salón Arturo Michelena. En el espacio aparecen todas las noticias que se publicaron en los diversos medios de comunicación, así como cartas públicas y comunicados oficiales, entre otros documentos relacionados con ambas convocatorias. Además, registró fotográficamente cada una de las obras que participan en el Michelena o los Michelena (no se sabe cuál es la forma correcta de escribirlo pues hasta ahora ningún tribunal se ha pronunciado con respecto a la legalidad de una u otra convocatoria).

—¿Cree que ha sido poca la discusión en torno al Salón Michelena? ¿Considera que no ha habido un debate público real y que las entradas a la página de Facebook que creó han sido escasas?
—Sí. Las entradas han sido pocas. Creo que siguen habiendo intereses y conveniencias.

—¿Cuáles?
—Con respecto a los artistas jóvenes es lógico. Ellos están comenzando y siempre han visto al Michelena como norte para un currículo. Por parte de los organizadores, esto se ha manejado como un asunto a dedo: o me apoyas o no.

—¿Por eso decidió no participar en ningún salón?
—Estoy claro en dos cosas: no creo que los empleados, a pesar de haber trabajado muchos años en el Ateneo de Valencia, tengan derecho a convocar un salón. También creo que las personas que hicieron la otra convocatoria, que sí obedece a un estructura legal, utilizaron las herramientas del Salón Michelena para convertirlo en parte de una disputa. Las partes nunca han sido sinceras. Yo me reuní con los trabajadores cuando hicieron labor de campo para ganar apoyo para su convocatoria y siempre les dije que nunca podría estar a favor de una decisión como ésa. Por otro lado, difiero de la actitud de José Napoleón Oropeza. Es muy individualista y nadie se atreve a decírselo porque estamos acostumbrados a que las cosas pasen.

—¿No es esto, justamente, lo que ha pasado con el Michelena? Se ha dejado que las cosas pasen.
—Sí, es un padecimiento venezolano sentarnos a esperar que la corriente nos lleve.
Aunque siempre he intentado no ver el problema del Michelena sólo desde una óptica política, también pienso que vienen unas elecciones. Si gana el oficialismo, el salón convocado por algunos trabajadores del Ateneo va a tener un aliado, porque ellos confundieron su primera acción: comenzaron una disputa por razones laborales y luego fueron a buscar apoyo en la gobernación y politizaron la situación incluyendo el salón.

—¿El salón entonces quedó atrapado en esa coyuntura política?
—Los implicados decidieron determinar que había sólo dos partes. En este país nos convertimos todos en eso. Si nos sumamos a una parte no estamos en la otra. Ni siquiera cabe el mal llamado “ni ni”, que para mí sí es posible desde la reflexión.

—¿El arte ha sido como el último punto de discusión en torno al Michelena?
—Todo ha terminado en un caos personal de discusiones sin sentido. Ninguna de las partes ni la autoridades, que deberían tomar decisiones –erradas o no–, hacen nada.
Pareciera que el camino tiene flechas en todas direcciones y te paras en un punto y te preguntas hacia dónde te diriges. ¿Quién es el que me dice cuál es la dirección correcta? Nadie. Todos han terminado discutiendo sobre asuntos personales: que si éste es un ladrón, que si el otro es un asesino. Todo se ha convertido en una aglomeración de insultos.

—¿El arte no es entonces importante en esta edición?
—Ésa no es la importancia del salón este año. El salón es una excusa. Ninguna de las dos partes debió usar el Arturo Michelena como herramienta de disputa en la situación, porque se trata de una institución cultural que no pertenece sólo a dos bandos sino a todos los venezolanos.

—¿Y cuál fue su propuesta?
—Propuse que el salón entrara en receso hasta que se discutiera la problemática interna del Ateneo. Esto demostraría el respeto que los artistas le tienen al Salón Michelena. Esto no es posible con un concurso porque un concurso tiene anzuelos que son premios y tú no sabes si la gente está participando realmente sólo por los premios, por los apoyos, o porque realmente cree en el Salón Arturo Michelena.
En estas condiciones el salón no se debió realizar. ¿Cómo se justificará esto en la historia? No lo sé.

—No hubo una movilización importante de artistas. Algunos señalan que se perdió una oportunidad única para que los propios creadores organizaran un salón que revisara incluso los salones tradicionales.
—La posibilidad de que los artistas organicen un salón siempre es viable. No se necesita una disputa para ello.

—Usted cuestionó los criterios de selección de ambas convocatorias. ¿Por qué?
—Bélgica Rodríguez envió una carta en la que decía que las obras serían tratadas como en bandeja de oro. No concibo que se deba convocar a los artistas en estos términos. Eso por un lado. Por otro, si investigamos la historia del Salón Arturo Michelena nos damos cuenta de que el número de seleccionados fue mucho mayor. No es que un concurso tenga como condición una cantidad, pues en todo caso se trata de un concurso abierto, pero cuando se revisa la relación de envíos y aceptados en la historia del salón y se observa que el porcentaje de aceptación nunca había superado 15% y que este año es de 51% inevitablemente uno se pregunta qué es realmente lo que se está evaluando aquí.

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